Yaberín y el Templo de la Luz Divina

 

Yaberín y el Templo de la Luz Divina

extracto nuevo libro de Rodrigo Romo

Yaberín nos cuenta una importante experiencia vivida en el sistema de Deigobaren, que queda en las proximidades de Mintaka, estrella central de las 3 Marías, a unos 127 años luz de la Tierra. Este mundo existía en la frecuencia de 4D tal y como lo entendemos en la Tierra. Orbita alrededor de una estrella de color naranja de 4ª magnitud, un poco mayor que nuestro Sol Monmatia. El mundo donde encarnó Yaberín representaba su tercer ciclo de cerca de 423 encarnaciones en el cuadrante central de Orión, que a su vez era supervisado por parte de las percepciones más elevadas de Sirio, responsables del proyecto evolutivo en los mundos de Orión. Este mundo presentaba una sociedad relativamente armónica, con una población de 13 mil millones de habitantes en un planeta del tamaño aproximado de Urano, con aproximadamente unos 23 mil kilómetros de diámetro, unos 10 mil más que la Tierra.

Respecto a las experiencias encarnacionales de ese sistema, ésta era la 3ª que él vivía dentro de las realidades de Orión en realidades paralelas, pues sus otros focos estaban uno en 3D y otro en 6D, todos ellos ligados a la Fraternidad Rosa de Orión, con sustentación directa del égregor de Metratom y los demás seres de ese orbe de luz. Así él, con el conocimiento adquirido en sus investigaciones evolutivas en los mundos de Sirio, donde la magia era una de las metas internas de sus focos expandidos, tenía ya como objetivo aprender sobre la percepción sensorial y evolución del comportamiento de los seres de ese mundo. Sin embargo, ese mundo había pasado por un proceso evolutivo de colonización durante las grandes guerras iniciales de Orión, hace más de 7 mil millones de años de tiempo terrestre.

En esta experiencia, Yaberín ya tenía la percepción de vida y sus mentores eran los mismos que lo habían llevado a ese mundo para dar continuidad a su camino y expresión de alma dentro del holograma de encarnaciones en diversos mundos. Un mundo que inicialmente fue conquistado por las tropas imperialistas de diversos grupos y fue disputado por su gran riqueza mineral y posición estratégica frente a los Portales de proyección dimensional y navegación por el sistema de pliegues que las naves de esa generación empleaban, por otra parte, hasta el día de hoy.

Ese mundo pasó por una fuerte conmoción estructural de conocimiento y de diversas culturas hasta estabilizarse como un punto fuerte del Imperio de Orión, que a su vez era regido por diversos pueblos de ese gran sistema más adelantados tecnológicamente. Su gran evolución científica y social y su poco avance en el aspecto emocional y espiritual fue lo que llevó a Yaberín a ese mundo para crear una nueva fundación de sentimientos y espiritualidad con la ayuda de muchos maestros y Avatares que estaban predestinados a nacer en ese mundo a lo largo de muchas eras hasta el día de hoy en la realidad de 6D.

Yaberín tenía una consciencia relativamente abierta para aquel mundo, puesto que ya había vivido varias encarnaciones y poseía por ello una simbiosis profunda con él. Despertó en él el objetivo de fundar el Templo de La Luz Divina, que se transformaría en la Escuela Hermética de Thot, que con el tiempo pasaría a ser confundido y llamado Baal. En la Tierra es una variación del Dios Annunaki de Nibiru Marduk, que sería designado de esa forma. Y de ese nombre Baal surgiría mucho tiempo después entre los Persas y los Asirios el nombre de Belcebú, creando una completa alteración de los fundamentos originales de Orión, donde estos seres existieron en otra correlación dentro de las razas Draconianas y Draco, que fueron totalmente denostados en la sociedad humana por los dogmas y por el miedo impuesto por Marduk como un Dios que castigaba de forma igual a su tío Enlil.

Inicialmente el Templo de la Orden fundada por Yaberín en ese mundo tenía relación con el Templo Dorado de Metratom y consecuentemente con la Orden Siriana de Thot que también fue adulterada en la Tierra por las disputas de poder entre los Nibiruanos, situando a la humanidad como juguete y creando conflictos y batallas entre la raza humana para diversión y vampirización emocional por parte de los dioses reptilianos y de los propios Nibiruanos Arcontes.

Al fundar el Tempo de la Luz Divina Yaberín generó en ese mundo una condición única que hasta entonces no había tenido equivalencia, pues los otros iniciados se habían perdido por el egocentrismo y por la comodidad de la alta tecnología. Es esta escuela lo primordial era el poder del espíritu, del alma y de la proyección de la capacidad psíquica y no del amparo tecnológico, pues a esas alturas de las escuelas herméticas la tecnología había corrompido a la mayor parte de los alumnos en el contexto de Orionis y de otras constelaciones.

Yaberín estaba acoplado a su consciencia de Sirio y ya intercambiaba informaciones con sus amparadores, lo que le ayudaba a seguir los caminos que habían sido trazados por Shtareer , Yaslon Yas y Shiva Hama Kur que ya estaban acoplados en él millares de años antes de las etapas evolutivas de Orión. El Templo era una escuela que enseñaba los fundamentos de la manipulación de las capacidades mentales y psíquicas a los habitantes de ese mundo y con eso establecía un equilibrio entre el conocimiento científico y el espiritual. Yaberín tenía formación científica equivalente a ingeniería en el área electrónica, dimensional y cibernética, lo que incluía altos conocimientos de anatomía y biología, el equivalente a nuestra robótica en la Tierra.

De esta forma estaba realizando la unificación de muchos aspectos que la racionalidad de la época manifestaba. Un profundo conocimiento de la magia y de las leyes sutiles de los otros planos era necesario para llevar a esa cultura a la par de las otras realidades ya reconocidas por la ciencia, pues en la época esa cultura ya utiliza Portales de pliegue que les permitían acceder a mundos que orbitaban otras realidades más sutiles o más densas del gran imperio de Orión, que en aquel momento ya comprendía más de 3.800 mundos colonizados y centenas de soles cuyas órbitas habían sido alteradas para crear los portales, accediendo imperios conocidos como Federación de Mundos Aliados.

Esta Federación era la base de las diversas Casas de Comercio que tenían la función de sustentar el intercambio de mercancías y bienes de consumo así como de materias primas que eran consumidas por el imperio y otros grupos pertenecientes a los imperios fuera del cuadrante de Orión, como era el caso de los imperios de Pléyades, Sirio, Arturo, Deneb, Pegaso, Toliman, Venus, Marte y otros sistemas más distantes que estaban fuertemente conectados a la constelación de Satania. Existía en la época contacto con otros cuadrantes externos de Satania pero en menor grado, como es el caso de las delegaciones de las galaxias de Andrómeda y otras del conjunto de las 21 galaxias donde se sitúa nuestra Vía Láctea.

Esta escuela era continuación de las antiguas escuelas de Misterio creadas por Metratom en sus antiguas efusiones como Cristo y como Avatar en los principales y más antiguos mundos despiertos de Orión como es el caso de Betelgeuse y sus 7 planetas activos, que representaban mundos muy antiguos con un pasado misterioso y legendario por varios aspectos y que dieron vida a centenas de mundos en los alrededores. Lo mismo ocurría con otros sistemas como la gran estrella de Rigel que fuente punto de partida para la especie Draconiana. Sin embargo, estos aspectos tienen más de 8.200 millones de años de los 14.600 millones de años de nuestra cuenta, donde otras realidades ya habían dejado de existir en el escenario cósmico local.

Los antiguos guardianes estaban creando nuevamente una conexión evolutiva para que todos los descendientes de esa otra época pudiesen volver a entrar en el sistema evolutivo de la espiritualidad como había ocurrido antes, sustentando así el ciclo de la vida y de las etapas internas que cada uno en su línea de percepción evolutiva y de creación. Cada uno de esos mundos poseía una historia anterior de seres que habían alcanzado altos gradientes de luz y se había desmaterializado y dejado de existir. Las razas descendientes contaban leyendas y en eso se basaban parte de los aspectos religiosos de Satania y de los otros pueblos y culturas, de forma similar a lo que ocurre en la Tierra actualmente en relación a las antiguas leyendas de los Dioses y Divinidades que ya habitaron y ayudaron a la humanidad.

Por tanto, Yaberín estaba destinado a retomar ese conocimiento y legado y sacar a la superficie antiguas escrituras y templos que pertenecían a eras anteriores. Por este motivo fue colocado en un mundo tan cercano a las 3 Marías, que representa uno de los Portales evolutivos más importantes de Orión por situarse muy cerca de la nebulosa y nube de Orión que es un granero vivo de creación de planetas y de estrellas en formación. Dentro de esa nube, que no puede ser observada totalmente desde la Tierra, existen millares de planetas en estado de excitación y acomodación geológica, que ya reciben la visita de los seres espaciales que están creando condiciones para que la vida se manifieste en un futuro no muy lejano en la escala de tiempo sideral.

El Templo de la Luz Divina de Yaberín era una forma de rescatar el antiguo conocimiento y conexión con los Avatares de otras épocas, que ya habían ascendido más allá de la frecuencia de 10D y que daban sustentación al plan evolutivo de millones de seres dentro de sus respectivos gradientes existenciales en los más de 3.800 mundos habitados por la cultura local. Incluso dentro de las diversas razas expresadas de forma racional e intuitiva, diversos grupos de seres de luz sostenían el despertar de alma de esos grupos. Esto fue creado en un momento oportuno debido al alto grado de evolución tecnológica y consciencial de millones de seres que entrarían en un enfrentamiento por el espacio y la postura cultural, pues muchas de esas razas tenían la necesidad de subyugar a otras para imponer su verdad como absoluta, lo que sabemos que lleva a la guerra y la destrucción como vemos en la propia cultura terrestre a lo largo de la trayectoria evolutiva de su historia.

Los Maestros de ese cuadrante estelar tenían como objetivo insertar la chispa divina de la libertad y de la transmutación de valores, para que las culturas pudiesen entrar en una nueva ruta evolutiva y no cometiesen los errores del pasado y de otros sistemas fuera del cuadrante de Satania, tal como ocurrió en los sistemas internos de Andrómeda y constelaciones más próximas de Satania, que mantuvieron altos índices de negatividad y dualidad. La orden Lanonadeck estaba empeñada a junto a la Melchizedeck en crear una condición diferente para que los grupos con un mayor grado de despertar pudiesen dar el soporte para el salto consciencial de la mayor parte de seres, como se llevó a cabo con éxito por los hijos de la estrella de Canopus, que alcanzó un alto gradiente de luz sin enfrentamientos y dentro de una tónica totalmente diferente.

Rodrigo Romo – extracto del libro “Yaberín, el mago cósmico”

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